Si bien el tema de la violencia de género, particularmente la que perjudica a las mujeres, nunca fue mi tema, últimamente he escrito distintos textos al respecto. ¿La razón? En el contexto en el que vivimos en México es imposible no hacerlo.

En La violencia diaria en la que nadie cree, que publiqué en el número que la revista Nexos le dedicó a la violencia en contra de las mujeres (léanlo completo, si no lo han hecho), me dedico a ver las posibles respuestas una pregunta: ¿por qué existe esta disparidad entre el repudio a la violencia en abstracto y su aceptación en lo concreto? Exploro cuatro objeciones típicas que impiden que se condene esta violencia una vez que se materializa.

En La violencia está en los detalles, analizo brevemente cuáles son algunas de las posibles “causas” de la violencia de género en contra de las mujeres. El punto es ofrecer algunas de las posibles vías que se pueden explorar al diseñar “soluciones” para este problema. Trato de desentrañar qué implica que sea un “fenómeno multifactorial” y cómo eso afecta las políticas públicas que se diseñan para remediarla.

En El feminismo, la violencia en contra de las mujeres y los hombres, expongo algunos de los argumentos típicos que surgen en discusiones sobre este tipo de violencia. En concreto tres: el de que “no todos los hombres” violentan; el de que “los hombres también” son víctimas de violencia; y el de que “las mujeres también violentan”.

En Hombres (que no son) poderosos y mujeres (que no son) indefensas analizo el “trabajo” de las Hijas de Violencia y cómo me parece revolucionario particularmente por una razón: ponen en jaque la idea de que las mujeres siempre están indefensas ante los ataques (particularmente sexuales) de los hombres. Tengo pendiente ahondar en una de las ideas que exploro aquí: el miedo que, desde pequeñas, se les inculca a las mujeres al punto de hacerlas indefensas.

En Orange is the New Black y la violencia sexual analizo a detalle (es un ensayo largo, largo) la storyline de Pennsatucky de la tercera temporada de esta serie. Sostengo que OITNB es una de las excepciones al tipo de discurso que por lo general vemos sobre la violencia sexual. Logra ofrecer una mirada compleja a un fenómeno que es complejo y explora como nunca antes yo había visto muchas contraposiciones que me parecen clave, entre ellas: no sólo qué es violencia sexual, sino qué es el placer sexual: a qué sabe, cómo se ve, cómo se siente. No solo el “no”, sino el “sí”. Repaso escena por escena de esta storyline, tratando de extraer cada una de sus aportaciones.

Tengo distintos artículos escritos sobre casos más concretos: aquí escribí sobre el de Bill Cosby (un caso que, entre más tiempo ha pasado, más creo que se ha convertido en un parteaguas); aquí sobre el de los multihomicidios de la Narvarte (en el que abordo cómo los medios de comunicación —y la sociedad, de forma más amplia— se refieren a los casos de violencia en contra de las mujeres y a las víctimas); aquí escribí sobre el caso de Mariana Lima —entre otros— y muchas de las resistencias que existen para hablar del tema; aquí escribí, por primera vez, sobre el caso de Andrea Noel y su conexión con el Día de la Mujer; aquí escribí sobre lo increíble que resultaba que hubiera quienes no le creían a Noel y cómo esto se inserta en lo que muchas veces pasa con las víctimas: que nunca se les cree; aquí escribí sobre los múltiples casos que le siguieron al de Noel y cómo resultaban todos increíbles por una razón: las víctimas estaban resistiendo; aquí escribí sobre porqué decidí marchar el 24 de abril.

Por último, está La violencia de género en México y las tecnologías de la información, que es un artículo (de corte más académico) que escribí con Erika Smith sobre el problema de esta violencia en línea y las posibles soluciones de política pública que habría que implementar para combatirla. Spoiler alert: afirmamos que hay que apostarle a la prevención y no solo al castigo; y que cuando se acuda al castigo se tiene que hacer en apego a la libertad de expresión.

De seguro hay más textos que pueden relacionarse con este tema (pienso en el de Entre el esencialismo y el simplismo: La importancia (del lente) del género y el de Los pobres hombres), pero por ahora lo dejo hasta aquí. :)

Particularmente en mi blog, le he dedicado varias entradas al feminismo o, de manera más acertada: a muchas de las preconcepciones (que me parecen erróneas) que se tienen del feminismo. Como dije en otro lado (perdón por la auto-cita, pero tengo momentos de más lucidez que otros):

A mí me obsesiona cómo es mal entendido el feminismo. Cómo algo tan rico, tan diverso, tan complejo queda reducido a unos cuantos postulados ridículos (estereotípicos). Por supuesto que el feminismo tiene mucho de criticable (de ahí sus tensiones, de ahí las pugnas históricas entre quienes lo abanderan y de ahí su riqueza también). Pero lo más increíble es cómo muchas de las críticas que circulan en redes —en memes, en videos, en Twitter, en pláticas de café— ni siquiera vienen desde ahí: desde el interés genuino por entender esa cosa llamada feminismo y, ya entendido —ya estudiado, ya desenmarañado—, por ver cuáles son sus límites.

Para mí vale la pena tratar de exponer, criticar, desarticular, hasta burlarnos de estas “críticas”, por el solo hecho de que me parecen intelectualmente injustas. Cuando resulta que los derechos de las personas pueden depender de concepciones así —simplistas e ignorantes—, insistir en [la crítica] se vuelve algo apremiante.

Después de todo lo anterior, valga el listado de los artículos en los que directamente abordo estas “preconcepciones”:

En Monstruos feministas, abordo la crítica de que el feminismo ya se ha “extralimitado” y ha “caído en excesos”.

En Críticas al feminismo, abordo la crítica de: “el feminismo es inútil porque todos los derechos ya se han conquistado”.

En El feminismo, la violencia en contra de las mujeres y los hombres expongo algunos de los argumentos típicos que surgen en discusiones sobre este tipo de violencia y cómo se utilizan para descalificar al feminismo. En concreto, abordo tres: el de que “no todos los hombres” violentan; el de que “los hombres también” son víctimas de violencia; y el de que “las mujeres también violentan”.

En Entre el esencialismo y el simplismo: la importancia del (lente del) género abordo la creencia de que el feminismo sostiene que no hay diferencias entre hombres y mujeres.

En Los pobres hombres abordo la creencia que sostiene que el feminismo solo se fija en las mujeres y no en lo que le pasa a los hombres.

En El feminismo blanco abordo las críticas que se le han lanzado al feminismo… desde el mismo feminismo. <3 Estas sí son imperdibles.